La mujer que bautizó a los cuentos de hadas

Por Hugo del Barrio

   Encerrada en una torre como tantas de sus heroínas y no por un hechizo o una venganza; sino por una historia de la literatura infantil y juvenil que no por casualidad se ha ocupado de los precursores varones. Se halla una escritora. Encerrada en una torre, dentro de una nuez como su personaje la Gata Blanca. Envuelta en telas formidables…, y piedras preciosas…,  y oros…,  y belleza; descubrimos a la Condesa d’Aulnoy. Hoy en el siglo XXI, hablamos de una deconstrucción de la historia patriarcal. Y damos cuenta de millones de mujeres, que tanto en lo político como en lo artístico, trazaron caminos con señales insustituibles. Nos animamos a nombrar políticas y artistas; sin olvidarnos de científicas, médicas, filósofas, maestras y mujeres que por su valía, fueron capaces de trabajar desde sus pequeños lugares casi siempre invisibles.

   La pregunta podría ser, por qué una escritora y narradora que embelesó desde los salones literarios a los lectores y lectoras de la Francia formidable del siglo XVII; siendo más reconocida que el mismísimo Perrault, su nombre queda adormecido a partir del siglo XIX. Estudiada por importantes investigadores y críticos literarios hasta la actualidad, no dan crédito para devolverle su espacio al menos en los estantes de librerías especializadas. Sus personajes siguen siendo tal vez, incómodos hasta para pensarlos en una película para la niñez.

   En diferentes momentos históricos y sociales, los cuentos de hadas han sido temas de discusión en canto a sus valores morales. Hasta hoy, cuando resaltamos el valor artístico de una obra, antes que lo moral; dichos relatos continúan en el ojo de la tormenta. Entre otros temas, el lugar de la mujer es lo cuestionable. Algunos revisionistas proponen separarlos de la literatura infantil y otros, reescribirlos. Seguramente, la imagen de la mujer no es la esperable; aunque pensemos que hablamos de personajes, no de personas. Y estos personajes son ricos en enseñanzas y como tales permiten observar y comparar el momento en que fueron escritos y la actualidad. Hay mucho que podemos aprender de los cuentos de hadas, sobre todos el alto valor estético de los mismos. Los cuentos han dado construcciones ricas en sus formas e inspirados a millones de diferentes discursos, nuevas versiones, guiones cinematográficos, comedias musicales u otras teatrales. Estos cuestionamientos no incluyes a la obra de la Condesa d´Aulnoy, ni a otras escritoras.

   Al hablar de los cuentos de hadas, tenemos en nuestra imagen a Charles Perrault y luego a los hermanos Grimm o Andersen. Aunque no hayamos leído Blanca Nieves o la Cenicienta; conocemos sus argumentos. La popularidad otorgada en el siglo XVII, pone en primera línea a Perrault. Bellas princesas afectadas por el hechizo de algún hada despechada, como leemos en La bella durmiente o la envidia de una madrastra en Blanca Nieves. Jóvenes indefensas expuestas al peligro por su belleza o por su inocente desobediencia. No debemos dejar de agradecer a los valerosos y hermosos príncipes, que salvan a la heroína con besos de película, curadores o resucitadores.  Relatos que a simple vista fueros narrados con ánimo de divertir, encerraban una moraleja. Lo ameno, permitía  instruir al mismo tiempo. Tal vez su buena relación con la corte francesa y su posicionamiento político le permitieron la popularidad y la posteridad.

   Pero allí está, oculta esperando el ojo enamorado no para reivindicarla, sino para pronunciar su nombre y que sea conocida por nuevos y nuevas lectoras que reclaman cuentos de hadas con una mirada femenina. Porque de eso se trata de otra mirada.

   En este artículo nos referiremos a la Condesa d´Aulnoy. Y abrimos ventanas para que salgan del ensueño otras escritoras contemporáneas a la Condesa. Bellos relatos creados por mademoiselles L’Heritier, Bernard, de la Force; madames Murat, Durant, d’ Auneuil.

   Es llamativo que al investigar sobre su vida, se resalten los aspectos que eran negativos en su época y no su obra literaria. Marie-Catherine le Jumelle de Barneville, baronesa d´Aulnoy. Fue casada a los dieciséis años con un hombre treinta años mayor y de dudosa reputación, que había comprado el título de barón d´Aulnoy. Intentó obtener el título de conde, pero lo fue imposible. Es por ello que a su esposa se la conoce por este nobiliario. Por motivos matrimoniales y políticos vivió fuera de Francia. Pasando años en España, país del que escribirá innumerables páginas. A la muerte de de esposo regresó a París, gracias al perdón otorgado por Luis XIV, ciudad en la que vivió hasta su muerte en 1705 a los cincuenta y cuatro años de edad. Tanto por Perrault, como por Luis XIV sintió toda su vida un enorme afecto. Dueña de una biografía apasionante que no desarrollaremos en este momento, porque la imagen de la mujer en sus cuentos es lo que nos lleva a la escritura.

   Nacidos del folclore y la oralidad las escritoras francesas del siglo XVII, en su mayoría registran por pluma las maravillosas historias que llegan a nuestros días. Los conocemos como cuentos maravillosos. Ocurridos en un lejano país, en un castillo de cristal y erase una vez. Hasta que la autora los nombra por primera vez “Cuentos de hadas” en el año 1697. Cuando llama a dos obras publicadas en esa fecha, Les contes de fées et Les fées á la mode. En relatos como “La serpiente verde”, “El pájaro azul”, “Gata blanca”. “La princesa Rosita” o “La bella de los cabellos dorados” revelamos una cosmovisión adelantada acerca de la mujer. Otra mirada sobre las relaciones entre sexos, la mujer que toma decisiones y que puede salvar a su amado de situaciones que en los cuentos de Perrault son impensados. Estos temas entre otros la ubican en un claro ejemplo de una feminista adelantada casi tres siglos.

   Las mujeres se convierten en verdaderas heroínas debiendo pasar por diferentes caminos llenos de trampas y vicisitudes que le dificultan sus objetivos. Protagonistas que viven felices en su mundo ordinario, hasta que un hecho inesperado las obliga a reaccionar y actuar. Son llamadas a la aventura. Y su avance dependerá de la ayuda que reciban de sus hadas. Estos viajes tendrán numerosas idas y vueltas. No se trata de relatos resumidos y lineales como en el caso de los cuentos maravillosos de Perrault o los hermanos Grimm. La escritora no escatima en descripciones, muchas veces colmadas de detalles de joyas, vestidos a la moda y escenarios esplendidos haciendo un uso encantador del locus amoenus. Nos muestra castillos y palacios fabulosos. Descripciones tal vez distractoras para un lector actual. Sus personajes femeninos enaltecen su posición social aristocrática. Encarnan reinas, princesas o hadas poderosas; que en conjunto a las descripciones dan un marco de verosimilitud a sus personajes.

   A continuación analizaremos el cuento “El pájaro azul”. En él,  nos  cuenta la historia de la princesa Florina. Cuyo padre al quedarse viudo se casa con una dama viuda que pretende engatusar al rey. Ella tiene una hija llamada Truchona, que en algunas versiones es llamada Cerdita. Como en otros relatos la escritora nos presenta a la protagonista y a su antagonista en un mismo nivel social. Todas las heroínas pertenecen a la clase alta; pero que encuentran soluciones prácticas a sus conflictos haciéndose pasar por pastoras o mujeres del pueblo, las cuales son astutas e inteligentes además de fuertes.

   En este caso mientras Florina es bella, bondadosa e inteligente; Truchona es caprichosa, fea y egoísta. Tanto esta última como su madre están celosas de la princesa y traman numerosas situaciones que hacen peligrar su destino. El rey Encantador que está de visita, debe casarse. Para ello la malvada reina organiza una fiesta con la idea de presentarle a Truchona y que la espose. Por más que intenta esconder a Florina entre las cenizas y la ropa empobrecida, (secuencia que nos recuerda a la Cenicienta relatada por Perrault) el rey encantador la descubre y se enamora. Por tal motivo Florina es encerrada en una torre. La reina intenta colmar de maravillas al joven con tal que se case con Truchona, pero este se niega. Truchona es asistida por el hada Sosio quien amenaza a Encantador con darle siete años de desgracias si no acuerda el matrimonio. El joven se niega y es convertido en pájaro azul.

   El príncipe convertido vuela hasta un árbol cercano a la torre y descubre a la princesa Florina encerrada. Se acerca y le relata lo sucedido. Desde ese momento la visita durante varias noches. Le lleva bellas joyas y le promete amarla eternamente. Luego de dos años, la reina malvada descubre al pájaro azul y lo hiere mortalmente. Afortunadamente, es encontrado por un mago que los salva y lo cura. Después de escuchar las desventuras del Pájaro Azul, el mago convence a Sosio para que devuelva al rey Encantador su forma original durante unos meses, que así podría hacerse cargo de su reino. El hada acepta con la condición que se lleve a cabo el matrimonio con Truchona quien va al reino con él. Por lo tanto si no cumpliere con lo convertiría en pájaro otra vez.

   Pasado un tiempo, el padre de Florina muere. Los habitantes del reino se sublevan y reconocen a Florina como soberana. La reina muere apedreada. La nueva reina Florina nombra un consejo regente y sale en busca del rey Encantador. Ha logrado superar el encierro y es reconocida justamente por su pueblo. Cuando todos creeríamos que la historia podría terminar Florina y que solo resta salvarlo,  comienza su peripecia para liberar al rey Encantador. Sospecha que algo le ha ocurrido a Encantador, pero todavía no sabe qué. De todas maneras decide salir a la aventura.  

   Lo hace disfrazada de campesina y  encuentra a una viejecita que resulta ser  la hermana buena del hada Sosio, y es quien le cuenta que el rey Charmant, el encantador, deberá casarse con Truchona para no volver a ser convertido en pájaro. La viejecita es así su mentora, no solo le cuenta la verdad, sino que esta puesta en su camino para animarla. Respondiendo al relato maravilloso, le entrega cuatro huevos mágicos que le ayudarán a salvar a su amado. El primero le permitirá subir una escarpara montaña de marfil. El segundo la conducirá al palacio del rey antes de que se realice el casamiento.

    Finalmente llega al palacio. Ese lugar profundo en donde la heroína deberá enfrentarse a su rival. Es el momento de jugar todas las cartas. Observamos como Florina actúa estratégicamente con Truchona, quien no la reconoce por su apariencia campesina. Florina debe poder ingresar al palacio y estar en el salón de los ecos. Un gabinete que en una de sus visitas le había descripto Encantador. Como indica su nombre tiene la característica de que lo que se diga se amplificará y esparcirá en otras partes del palacio.  Desde este lugar el rey podrá escucharla y saber que ha venido a rescatarlo. En el primer intento no utiliza los huevos mágicos, sabe que debe valerse primero de sus recursos, previniendo futuras complicaciones. Así es que le da a la malvada princesa, sus joyas a cambio de una noche en el salón de los ecos. Lamentablemente, el rey no puede escucharla porque debe tomar opio para poder dormir. Decide pasar una segunda noche, para ello utiliza el tercer huevo y de él salen bellos objetos móviles que encantan a Truchona, su intento vuelve a fracasar. Esto entristece al Florina creyendo que este ya no la ama. En este momento vemos la aparición de de un ayudante, un sirviente que le cuenta lo ocurrido entre el rey, el hada Sosia y Truchona.  Acuerdan en que esa noche no le proporcionará el medicamento al rey para que permanezca despierto.

   La protagonista se arriesga a utilizar el cuarto y último huevo. Sabe que es su carta definitiva. Al cascarlo, aparece un delicioso pastel relleno de astrólogos, músicos, médicos. Truchona al ver su contenido le entusiasma la idea de poder comérselos. Florina le da el pastel a cambio de pasar una cuarta noche en la habitación.

   Esta vez, el rey Encantador la oye. Reconoce su voz y baja a buscarla al gabinete. Después de las aclaraciones y justificaciones apropiadas, lo único que les preocupa es la maligna hada Sosio. La aparición de sus mentores, el mago y el hada buena les aseguran que con sus poderes unidos no tienen nada que temer de la madrina de la malvada princesa.  Truchona es convertida en una cerda para que pueda seguir gruñendo. Con esta acción se produce la reparación y el calvario de ambos personajes principales es sanado. Finalmente se produce lo que llamaos el retorno al elixir y el mundo ordinario.  El rey Encantador y la reina Florina se casan y son felices.

   A diferencia de otros cuentos de hadas, podemos observar que tanto el personaje masculino como el femenino deben afrontar situaciones límites. Más allá de la ayuda que puedan brindarles magos o hadas, estos deben tomar decisiones propias. Buscar la manera de defenderse, de sortear obstáculos. La inteligencia supera a otro don.

   Veremos que en otros relatos  la impronta de la heroína es fundamental para la trama. En La bella de los cabellos de oro, la princesa desea elegir a su amado y no quiere uno impuesto. En este cuento la autora hace una crítica sobre los matrimonios concertados.  En El ramo de oro, el hada Benigna le da a elegir a la princesa, entre dos dones, el de la belleza y el de la virtud. Esta elige la virtud, porque sabe que la belleza es pasajera. El hada queda maravillada por una respuesta tan inteligente. En el caso de Fineta la Cenicienta, un cuento que nos acerca a una versión de Hansel y Gretel. Fineta es la menor de tres hermanas que son abandonadas por sus padres en lo profundo del bosque. Estas la castigan y odian profundamente, la soberbia las envilece; pero Fineta se caracteriza por su ingenio para regresar a su casa y es el don del perdón hacia sus hermanas el que le permite conocer a un bello príncipe y casarse. La astucia en La princesa Rosita o la habilidad en La Gata Blanca son características no comunes los personajes femeninos de otros escritores.

   La condesa d´Aulnoy dota a sus personajes femeninos del control sobre sus propios destinos. Contraponiendo las limitaciones a las que se sometían a las mujeres de su época. En sus relatos los personajes masculinos respetan los sentimientos y los deseos de las mujeres. La autora no escribió para niños. La idea de niñez era relativa, reducida hasta los seis o siete años, luego se producía el paso a la adultez. Si bien sus cuentos cierran con una moraleja, esta no tiene fines didácticos, sino reflexivos.

   Los relatos de la Condesa d´Aulnoy inspiran a la posibilidad de vivir en un mundo más equitativo. Tal vez la historia centrada en lo masculino y las diferencias sobre las expectativas sociales entre hombres y mujeres respondan al por qué estos cuentos tan importantes en su época dejan de serlo a través de los siglos. La voz de la escritora no ha sido conveniente. El lugar de los cuentos de hadas se suscribió nada más y nada menos que al ámbito educativo. Para ello, los cuentos de Perrault o de otros escritores masculinos resultaron mucho más pertinentes debido a la imagen que representan los hombres y las mujeres de las historias. El recuperar los relatos de la condesa o de tantas escritoras contemporáneas al siglo XVII habilite otra mirada sobre los cuentos de hadas.

Aquí podrás leer el libro completo.

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