Una lucecita para Sarah

Por Hugo del Barrio


La primera vez que visité el Museo Argentino del Títere en 2006 confirmé que mi niño interior seguía intacto. En ese lugar se unían las energías de cientos de títeres y marionetas. Perdí el sentido del tiempo. El espacio, la casa antigua de Piedras al 905 me transportaba a otra dimensión mucho más agradable que la real. Fue la única vez que vi a Sarah Bianchi. Cómoda, recibiendo a los visitantes desde un sillón colocado cerca de la entrada. La vi y no me animé a hablarle, creo que fue embeleso. Esa diminuta mujer, acompañada por enormes marionetas, había sido capaz de sostener una obra tan grande.
¿Por amor a los títeres? ¿Por amor a Mane Bernardo? ¿O sólo por amor? Lo cierto es que cada espacio del museo fue pensado por ambas y puesta en marcha por Sarah, puesto que Mane había partido a esa larga gira como solía decir la titiritera. En el prólogo escrito por Ruth Mel para el libro Teatro, títeres y pantomima1 la investigadora nos comparte lo dicho por Sarah: “Hay que tener proyectos: Mis proyectos me ayudan a levantarme cada día”. (1) Descubrimos así que esta mujer pequeña de altura, pero gigante de energías era capaz de llevar adelante proyectos compartidos y propios; aunque no nos queden claros cuáles eran unos y cuáles los otros. Porque no solo tenía la magia de concretarles, sino de sumar voluntades para el logro. Porque a once años de su muerte, sus sueños siguen vigentes en la Fundación Mané Bernardo y Sarah Bianchi.
Sarah nació en Buenos Aires el 2 de mayo de 1922. Maravilloso recordarla en su centenario. Y falleció el 6 de julio de 2010 en la misma ciudad. Recibió el título de Maestra Normal Nacional en la histórica Escuela Normal Nº1, en 1932. Paralelamente, inició su carrera artística en el campo de la plástica. En 1942 se recibió de profesora en letras en la misma Casa de estudios. En 1943, egresó de la Escuela Taller de Artes Plásticas “Camuti” y al año siguiente la artista Mané Bernardo la invitó a formar parte del Teatro Nacional de Títeres del Instituto Nacional de Estudios de Teatro, con sede en el Teatro Nacional Cervantes. Desde ese momento, inicia una trayectoria de cincuenta y siete años colmados de arte, magia y palabras.
Sarah no solo se destacó como titiritera, siendo una de las más importantes de Argentina y del mundo; sino en dramaturgia y narrativa. Dramaturgia sobre teatro de títeres y marionetas, para adultos y fundamentalmente para niños. Su espíritu de maestra la acompañó en toda su carrera. La lista de sus obras es enorme, como la fama de algunos de sus títeres emblemáticos, recordamos entre ellos a Lucecita (2) , tal vez su biógrafa más importante y quien tuvo pleno conocimiento de sus actos, sus sueños y sus deseos. Tal vez los nuevos lectores se pregunten, cómo es esto de qué un títere sea un biógrafo. Pero es verdad. Así lo vemos en Yo Lucecita, autobiografía y memorias de un títere genial, como quien lo lea podrá descubrir el motivo. Porque esa genialidad es parte del relato que no estamos dispuestos a anticipar. Este procedimiento autobiográfico de la escritora, un juego más en su mundo de juegos, se puede observar en el libro Cuatro manos y dos manitas. Memoria titiriteras (1992), lamentablemente agotado y no reeditado. En él cuenta cuarenta años de vida artística. Obras tales como Los traviesos diablillos, 1962; El encanto del bosque, 1958; o las aventuras de Toribio, personaje que descubrimos de las obras: Toribio busca su media, Toribio abre puertas, Toribio camina para atrás o Toribio resfriado, entre otras. Sus obras teatrales incursionan la adaptación de cuentos tradicionales y de hadas o la inclusión de sus personajes en nuevas historias. Es el caso de Pulgarcita, Pulgarcita me contó, Micho con botas o la recuperación del mítico Pinocho de Colodi (3) , en Pinocho detective. Es muy interesante la representación en Pantomima, bastante usual en sus representaciones. A veces incluida dentro de las obras de títeres con diálogos y otras veces como centro de representación. Apreciemos un fragmento de la obra Cenicienta:


«Sonido: Música para Cenicienta. Siguiendo el ritmo musical, en el frontón se
van levantando las manos que sostienen banderines con una letra. Al terminar
de salir todas se puede leer en los banderines la palabra: CENICIENTA. Bajan
las manos y comienza la acción de la pantomima.
Argumento de la pantomima: la madre ordena a Cenicienta que llame a sus
hermanas. Ellas las va a buscar y mientras su madre se queda con ellas
Cenicienta comienza a barrer la casa. Llegan los heraldos con un bando; es la
invitación a palacio donde el príncipe elegirá esposa. (…)» (4)


Multifacética, fue docente y actriz. Sarah no le temía a las grandes empresas. Como docente trabajó en el I.N.E.T. En la Universidad del Salvador, tuvo a su cargo la cátedra
de Títeres. Se desempeñó como profesora en El Instituto Vocacional de Arte y profesora
de Arte dramático y pantomima, tipo de representación muy utilizada en sus obras; en
la Escuela Municipal de Arte Dramático de la Ciudad de Buenos Aires.
En teatro interpretó la Fábula del sueño, de Osvaldo Svanascini, El Barrendero de Jacques Prévert, El poder y la gloria de Graham Green, entre otras. También tuvo su paso por la televisión. Participó en 1967, en El Circo de los domingos, programa que conducía el actor Maurice Jouvet (5) ; donde actuó su amigo Lucecita que aún se lo puede visitar en el Museo. Anteriormente, en la década del ´50, junto a Mané Bernardo había escrito los guiones para el programa Teletítere Revista. La actividad periodística y literaria la encontró en las Revistas Sur, Lyra y Saber Vivir, que combinó con la traducción de libros técnicos de teatro y narrativas.
Su arte recorrió países de América y Europa. España es uno de los países que la deslumbra. Tal vez por reencontrar ciudades, calles y personajes que había leído muy joven, en sus estudios de Literatura en el profesorado en Letras de la Escuela Normal N°1. Bellas anécdotas de eso viajes las podemos apreciar en la voz de Lucecita: “¡Mirá Lucecita! Aquí estamos en el siglo XV y ese edificio en donde comemos es del XVI. ¿Sabés que el empedrado de la calle es romano? Estamos viendo en lugares encantados, llenos de historia y por qué no, de fantasmas. Esto último no me gustó mucho…”
El humor siempre presente en sus escritos, en sus representaciones. Humor para adultos
y para niños, porque las primeras obras de títeres que representó estaban destinadas a los más grandes. Luego incursionó para los chicos. Y fue un bello mundo. Su rostro reflejaba humor, una vida llena de maravillas. Momentos geniales que recibieron innumerables premios. Premio Teatro del Mundo (UBA – 2001), maría Guerrero a la Trayectoria (2001), Premio Trinidad Guevara de la Asociación de Actores (2002), Ciudadana Ilustre de la CABA (2003) o el Premio Podestá a la Trayectoria (2006) entre un sinfín de premios y menciones recibidas, en nuestro país o del exterior, como El Títere de Plata en Uruguay (1975), entre otros.
Sarah fue una vida destinada al arte y a apostar al arte en Argentina. Se relacionó con grandes creadores de la infancia como Javier Villafañe, Pipo Pescador y Ariel Bufano. Un mundo a investigar y descubrir se abre desde el propio mundo de Sarah. Una multiplicidad de voces nace a través de las manos de esta artista. Quien se acercó desde la plástica y culminó dándoles parte de su alma y su corazón a cientos de pequeños personajes de diversos materiales, que hoy siguen vivos en el Museo y en el recuerdo de espectadores dispuestos a recuperar su niño mágico.

1 Bianchi, Sarah (2006) Teatro, títeres y Pantomima. INT
2 Lucecita su muñeco preferido, su compañero de viaje artístico.

3 Carlo Collodi, (1826 – 1890) escritor y periodista italiano.
4 Fragmento de la Cenicienta.
5 Maurice Jouvet (1923 – 1999) Actor francés de amplia trayectoria artística en Argentina.

Encontrá el artículo en la revista Miradas y voces de la LIJ Nº34


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